jueves, 23 de mayo de 2013

Tres "Principitos" que ya partieron...


...Así como nacen, se van:











Todas las ilustraciones interiores son originales 
de PLÁSTICO PEÑALOZA.

domingo, 19 de mayo de 2013

Exitoso Primer Encuentro de Editoriales Cartoneras!




Ayer culminó la doble jornada del Primer Encuentro de Editoriales Cartoneras en Biblioteca de Santiago. Este logrado proyecto, sin duda sienta las bases para realizar una próxima jornada que abarque mucho más, o sea, que salga de nuestras fronteras y se expanda por "un democrático mundo de cartón".

Maravillosas experiencias pudimos recoger todos quienes participamos en esta cita. Sabido es cuánto se valora una oportunidad de exponer nuestro trabajo a público masivo, y si sumamos a ello el aprendizaje mutuo que se produce en el interactuar de los participantes, la experiencia se convierte en algo a atesorar.

Intercambios, talleres, ventas, contactos, anécdotas, futuras amistades y nuevos bríos para seguir en esta senda. Todo eso y más fue lo que se logró en este encuentro que, pensamos como Calafate Cartonera, se dio en la mejor de las disposiciones.  Gracias al prolijo trabajo de Sergio, Valentina y Raúl (por parte de Biblioteca de Santiago), y de la amplia red de difusión que se formó en torno al tema, todo salió de forma impecable.

Esperamos, entonces, cooperar con esta muestra de imágenes para difundir y hacer eco en las conciencias acerca de todo lo que se puede hacer en torno a las letras y este noble material : EL CARTÓN.


Editoras Calafate Cartonera.

EL PRINCIPITO y su paso por el Encuentro Cartonero en Biblioteca de Santiago.




Tres nuevas portadas de EL PRINCIPITO  que se fueron de un ¡zuácate! en la Feria Cartonera:




Tema: "El Principito y la flor".


Tema: "El Principito y sus volcanes".


Tema: "El borracho".


Y nos faltó fotografiar un zorrito que se fue sin despedirse..........................


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martes, 7 de mayo de 2013

Invitación de Biblioteca Santiago a Primer Encuentro Editoriales Cartoneras






                                      Programa



 Como una forma de promover la lectura y apoyar el desarrollo de las Editoriales Cartoneras en nuestro país, la Biblioteca de Santiago está organizando el "Encuentro de Editoriales Cartoneras". El encuentro comprende los días viernes 17 y sábado 18 de mayo. El viernes 17 de mayo considera la inauguración con una mesa redonda denominada: 

“Ediciones Cartoneras: ¿libro objeto o democratización de la edición?” 

Conversación en torno al enfoque y características de las editoriales cartoneras de acuerdo a la particularidad y línea editorial de l@s exponentes. El día sábado 18 se exponen los libros y se proyectan documentales sobre el tema. Viernes desde las 18.30 hasta las 20.30 y sábado desde las 11.30 hasta las 16.30.

Editoriales Invitadas:

  • Meninas Cartoneras
  • Isidora Cartonera
  • Olga Cartonera
  • Vieja Sapa Cartonera
  • Animita Cartonera
  • Helecho Cartonera
  • Letras de Cartón
  • Calafate Cartonera




Viernes 17 Mayo

18.30 – 20.30: Inauguración. Charla “Ediciones Cartoneras: ¿libro objeto o democratización de la edición?”. Participan: Olga Sotomayor (Olga Cartonera), Kika Valdés (Meninas Cartoneras) y Poli Roa (Cartonera Helecho).  Modera el poeta Raúl Hernández.


Vino de honor.

Sábado 18 Mayo

11.00: Bienvenida de parte de los convocantes
11.15 – 16.45: Exposición de los libros en los stands de cada editorial
13.00: Exposición del documental “XXX”
15.00: Exposición del documental “XXX”
15.45: Finalización actividad.



Están todos cordialmente invitados.








jueves, 2 de mayo de 2013

Nuevas portadas y extracto de CUENTOS DE BARRIO

Nuevas portadas de "Cuentos de Barrio".



Extracto del libro de Alejandra Lagos : CUENTOS DE BARRIO    




Ya de madrugada -tarde para ser noche, temprano aún para ser de mañana- en fin, una hora indefinida, eso sí,  la hora apropiada para hacer un recuento del día. 

Cuántas historias escuchadas, rumores del barrio; cómo adentrarme aún más en las vidas de las personas de estas cuadras, de este un barrio antiguo lleno de historias, inserto en el medio de la gran ciudad, pero que carece de esos adelantos del barrio alto; un barrio donde la gente prefiere comprar en un almacén, en donde pueden desahogar sus alegrías y penas, donde todos se saludan, se miran y se reconocen sin saber detalles, pero sí saben... son vecinos. Un barrio que alberga y acoge a muchos, sin hacer preguntas; un barrio donde te saludan las diferentes culturas de nuestro continente, donde la vida fluye con una interminable mezcla de sabores, olores y colores, donde los niños transitan solos por las veredas, donde en los domingos la feria es extensa, donde encuentras los sabores y los colores son infinitos, las voces con sus cánticos melodiosos, todos... todos diferentes, peleando para hacerse entender. 


Así te das cuenta que en estas escasas cuadras, esta América contenida toda, cada uno tiene un lugar, un espacio asignado; así, en una esquina te llega el aroma  fuerte de un buen ceviche peruano y a la siguiente ves los colores de una cocina colombiana y un poco más allá un uruguayo con su mate; otro poco... ves a un venezolano mirando los plátanos  y todo entre los gritos de los feriantes que ofertan sus productos frescos; la   picardía propia de nuestra gente se torna divertida , pues de repente te das cuenta que las mismas palabras son diferentes según quien las use. Cuántas historias hay escondidas entre tanta gente.


Están los antiguos cités, donde viven muchas familias en cada pieza y cada pieza es un mundo en sí mismo. Están las que antaño eran casas de remolienda, hoy transformadas en pensiones; unos cuantos edificios que creyeron estar en el barrio alto; la plaza llena todo el día, todo el año y a cada hora un habitante diferente.
Cómo contar la historia, si estas son  historias tan privadas, pero tan públicas; por la conversa en el almacén, en la botillería, en la cabina del teléfono, al interior del ciber de la esquina, en la máquina de juego clandestina de día, destapada y libre al atardecer.


En algún momento, en esas palabras cruzadas mientras compramos el pan, el cuarto de azúcar, ese sobre de café, escuchamos diálogos, diálogos que no son más que una forma de hacer patente la necesidad   que todos tenemos de comunicarnos; más allá del apreciado y cordial saludo, están presentes en ellos nuestros  deportistas de sillón, el comentario sobre tal o cual partido de fútbol, envueltos en un colorido lenguaje, atiborrado de deseos ocultos, de frustraciones y alegrías.  Ellos, convencidos de que su comentario es sólo cosa de hombres; por lo tanto pierden el recato en sus palabras  y se dejan llevar por esa extraña pasión deportiva de la contemplación pasiva del deporte, mirando quizás de reojo a la nueva vecina que tiene nuevas curvas que mostrar.  Ellas, con su coquetería natural que emana de sí mismas, sin darse cuenta, o tal vez en la certeza que esta será entendida, permitida, mientras sacan lentamente, eligiendo cuidadosamente cada pan, cuidando hasta el más mínimo detalle de sus movimientos, compartiendo sin darse cuenta una misma realidad  con ellos, hablando de lo que pasa en el mundo más allá de nuestras fronteras de barrio  y cuidando cada palabra, cada juicio emitido sobre lo que aconteció el día anterior, en tal o cual casa y, entre conversa y conversa, los pequeñines corretean entre las piernas de todos, estiran sus manitas pidiendo un dulce, un chocolate; todos miran, son parte del juego de los pequeños que, si hasta cuando salen corriendo por las vereda, siempre hay alguien que está pendiente. 


Los niños, ya un poco más grandes, felices de ser los propietarios de alguna moneda,  llegan hasta allí con sus pesitos, preguntando simplemente para qué me alcanza; felices de ser escuchados, salen corriendo con su compra y  así, entre comentarios de los grandes, están los más jóvenes que ayer eran niños y hoy pasan por la vereda devorándose a la vida,  mostrando que son ya mayores, pues transitan solos y solas por nuestras calles, se detienen, comparten con los ya adultos, opinan, escuchan y son escuchados, se sienten felices y seguramente  piensan, sienten que el mundo es sólo de ellos,  y, como casi al pasar, preguntan por esa chica o ese chico en la seguridad que nadie se da cuenta.
  Así  transcurre la vida de barrio en tiempos de modernidad, en una cultura que sólo se torna más y más individualista; estos pequeños oasis de vida son de verdad un vergel de vida.
   

Se cuentan historias de vida, mientras se pregunta por los puchos, se habla de la delincuencia que nos hiere y obliga a poner rejas, de los despreciados por la sociedad que se sientan en el banco fabricado en la vereda a tomar sus tragos y a compartir sus penas disfrazadas, antes de partir a la pieza que los albergará un día más (...)




Para adquirir ejemplares de este libro, escribir a su autora: 

Alejandra Lagos



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